El Judio Errante

El Judío Errante

Judio Errante

Judio Errante

La parusía, tal es el nombre con que se le conoce a la segunda venida de Cristo, suceso —siempre próximo— que esperan ansiosamente no solo los cristianos sino a la par alguien que maldito por Cristo vaga en peregrinación por todo el orbe, desde hace más de dos mil años, y a quien la leyenda le conoce como «El Judío Errante«.

Algunos han escrito que la leyenda antisemita de este hombre es una mera metáfora de la diáspora judía, sin embargo la ficción —más popular y a mi parecer con mayor valor literario—  nos habla de un guardia llamado Catafito quien al ver salir a Cristo del pretorio de Poncio Pilatos lo saco a empujones para que así este apurase su paso, a lo cual el Mesías, volviendo el rostro, respondió: «El Hijo del Hombre se va, pero tú esperarás a que vuelva«, desde ese momento Catafito quedo maldito con la inmortalidad.

Se conoce poco o nada de su vida pasada antes del hecho, pero existe un antiquísimo relato —que la historia ha deformado— donde se nos narra parte de lo que sucedió después. Catafito quien no creía que Jesús era el Mesías, vivió y envejeció con las mismas tranquilidades e inquietudes con que envejecía cualquier hombre de la época, hasta percatarse de ser el único que quedaba de ella —su época— su esposa había muerto, sus amigos habían muerto, sus hijos habían muerto, y ahora lo cuidaban sus nietos,  a quienes su vejez y una especie de enfermedad —desconocida— en la piel les causaba repulsión.

Avergonzado por la insana peste de sus llagas, Catafito abandono a sus nietos y conciudanos, para irse a refugiar en una cueva, donde el día antes de la centuria de sus años, imploro —con delirio— la muerte al Señor. El intenso malestar físico, hizo de aquella noche, la peor de sus noches, hasta que alcanzada la medianoche todo el dolor ceso, y cerrando al sueño sus parpados creyó morir en aquel instante, sin embargo el horror le sobrevino al despertar rejuvenecido, con la misma apariencia que tenía al ser maldito por Cristo.

Sobre aquella enfermedad se comenta que es cíclica y puntual.

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Rafael. Velazquez L.

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